miércoles, 28 de agosto de 2013

Spider Baby (1964)

La "familia" en pleno: Elizabeth (Beverly Washburn), Ralph (Haig), Virginia (Banner) y Bruno (Chaney Jr.)

Jack Hill permanece como un inspirador artesano del celuloide, cuyo talento para la realización se hizo patente en al menos dos o tres sólidos títulos, incluida una sobresaliente blaxploitation movie con la icónicamente neumática Pam Grier (Coffy, 1973) y la extraordinaria rareza gótica de nuestro comentario. Entre el humor y la muerte, Spider Baby narra las últimas horas (¿o no?) de una familia de caníbales, muy a la sombra --inevitablemente-- de Hitchcock y su inmediatamente clásica interpretación de la historia de Ed Gein (Psycho, 1960), pero (o precisamente por ello) además premonitoria de The Texas Chain Saw Massacre (1974), o inclusive de Night of the Living Dead (1968), lo cual puede ser un indicio de su carácter relativamente excepcional. Película B provista de una fotografía con clase (por decir lo menos), un notable score de Ronnie Stein (quien acababa de musicalizar otra variación en Psycho, la también reivindicable Dementia 13) y las sorprendentes actuaciones de Lon Chaney Jr., Sid Haig y la bella Jill Banner (Lolita en su telaraña) --sorprendentes debido a su enraizamiento en una realidad cuya apariencia profunda se antoja del todo humana--, sin lugar a dudas se trata de un producto original cuya mezcla de terror y sentido de lo grotesco justifica su atento visionado --por mucho tiempo virtualmente prohibitivo, lo cual la ha convertido en una causa célebre del cult cinema. El propio Chaney Jr. se encarga de vocalizar la divertida canción principal.

   

lunes, 12 de agosto de 2013

The Countess (2009)

Anamaria Marinca y "Erzsébet Báthory"

Escrita, dirigida y aun musicalizada por la actriz Julie Delpy, esta producción pretende un examen de la dualidad que alimenta los mitos --casi a lo John Ford, …casi--; la realidad tras la historia, más o menos ficticia, sin embargo, podría ser más diabólica e inenarrable. Basada en la legendaria biografía de la infame Condesa Báthory, una aristócrata tan próxima a Drácula que era mucho más que paisana del Empalador y que no necesita mayor presentación, la película realista que Delpy nos ofrece sobre tal tenebrosa pesadilla es, además, intrigante, por cuanto se puede leer como un melodrama espantoso y certero en su descripción de la oposición dentro del Eterno Femenino: por un lado, la bruja enamorada de la juventud y embriagada en su enajenante deseo de ilusoria e inmortal belleza, cuya falacia infernal debe ser alimentada de la carne y la sangre de (por el otro lado) niñas púberes y vírgenes, la tierna inocencia de todas las cuales tiñe de efectiva exasperación indignada a una producción que, sin ser espectacular ni mucho menos, satisface los requerimientos de una inteligente reflexión acerca de la complejidad del ser humano, los entresijos de la feminidad, y las veleidades del poder terrenal en contraste con el no menos inescrutable misterio de los sortilegios del destino.