Esta pieza de Antonio Vivaldi acompañaba asimismo el despertar diario, matutino de Roy Scheider en All That Jazz (1979). Inmersa en la anacrónica banda sonora de la lujosa película de Sofia Coppola, provee de un leitmotif irónicamente cinefílico a otro destino universal.
miércoles, 19 de octubre de 2011
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