El entretenido y obsceno pero bienintencionado divertimento de high
school de Seth Rogen y Evan Goldberg (basado en sus propias vivencias
compartidas), dirigido con inusitada gravedad ocasional y frecuente complicidad
hormonal por Greg Mottola, fue el debut de una Emma Stone prometedora cuyo pecoso
sex-appeal y carácter asertivo eran ya realidad de la era digital, presentada a
ritmo de soul y como los créditos de una pieza de blaxploitation en una
inescapable ironía, nostálgica de celuloide.
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