domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Quién puede matar a un niño? (1976)


Su carácter de ensayo fantaterrorífico anclado en una realidad tan histórica como inmediata no lo convierte necesariamente en una propuesta superior a La residencia, pero el segundo y definitivo trabajo en celuloide de Narciso Ibáñez Serrador sigue siendo una pieza congruentemente espeluznante y moralmente provocadora. De unos iniciales minutos documentales, que establecen la protesta indignada frente a la situación de los niños del mundo, pasamos a la premisa ficticia, genuina prolongación y legítimo trastrocamiento de una historia (la de Auschwitz, la de Corea, la de Africa) tan dolorosa en su horror que ninguna fábula podría angustiarnos más: un matrimonio inglés en viaje de turismo se interna en el misterio de una isla española desierta de adultos y repleta, superpoblada de los fantasmas de una infancia desalmada. La influencia de The Birds (1963) y Jaws (1975) --y quizá especialmente de Village of the Damned (1960)-- configura un microuniverso hábilmente diseñado y expertamente fotografiado, en el que la bellísima labor de Waldo de los Ríos subraya dialógicamente el impacto de nuestra imaginación.

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