jueves, 31 de julio de 2014

La dama rossa uccide sette volte (1972)


Emilio P. Miraglia dirigió su mejor giallo en esta intriga acerca de una rancia y truculenta maldición familiar. Según cierta leyenda ilustrada en conspicuo lienzo, el acerbo odio entre dos hermanas (una rubia y la otra morena, una vestida de rojo y la otra de negro, una asesina de la otra que volverá de ultratumba para vengarse) se renueva cada cien años en un castillo de la decadente aristocracia europea, y, en cada oportunidad, hasta llegar a la víctima principal otras seis tienen que caer. Al igual que en La notte che Evelyn uscì dalla tomba, una tal Evelyn es la ubicua villana de un asunto tenebroso a cuyo tenor sobrenatural se le buscará una explicación del todo lógica. No obstante, pese a sus propios fallos (por ejemplo, la importante revelación de la asesina no es una meticulosa sorpresa), esta vez se trata de una película mucho más lograda como trama detectivesca y de misterio, sin el peligroso humor involuntario del título anterior, con un guión más ajustado, creíble e, incluso, de alguna profundidad psicológica --sin olvidar la oportuna pincelada de poesía ni la precisa digresión existencial. La deslumbrante presencia de Barbara Bouchet (la femme fatale de Milano calibro 9), su “fría” protagonista en harto competente actuación, o de la sensualísima Sybil Danning, aunada a la creativa fotografía en Technicolor de Alberto Spagnoli y a la perversamente inocente música en clavicordio de Bruno Nicolai, son otras razones que justifican el visionado de esta ambiciosa pieza de género, tras la estela de Bava, Argento y Cía. ***½