viernes, 30 de noviembre de 2012

Breaking Dawn - Part 2


Con este final volumen audiovisual ha llegado a su fin una era --de mal gusto hipertrofiado, de una inventiva dudosa, de entretenimiento acaso vergonzante pero tolerable, de una magia que invitaba a asirla con los dedos, incluso… que el lector de este blog, el ocasional o la frecuente interlocutor(a) de Stephenie Meyer, o el espectador mismo de la serie de adaptaciones de sus novelas, decida. Lo que es yo, quien haya visitado este espacio previamente sabe que la fantasía de la probablemente absurda saga (este Breaking Dawn incluido) me conmueve hondamente, por razones demasiado personales que escapan a mi control.

No obstante, habiendo visto una copia bastante mala (en comparación con la copia digital de Part 1, absolutamente; al parecer, si la copia no es ofrecida como “digital”, uno se arriesga a pases de este tipo), de imagen sin ninguna nitidez y llena de jirones y ruido, puedo decir que he encontrado en la película todos los reparos que no en su antecesora, aunque talvez no al punto de festejar la calidad sub-par de la exhibición. Por lo pronto, voy a mencionar primero (en un texto tan inmediato que es casi un borrador) lo que me gustó menos de la última ficción vampírico-adolescente producida por su propia autora:

0.    El póster: Eso, cero creatividad.

1.    A estas alturas, el deja vu de demasiadas escenas es simplemente tedio. Y las convenciones de lo fantástico provocan que la mayoría de los eventos de esta historia luzcan irrisorios debido a lo sumarísimo de su conducta en el ecran; algo de lo que no sé si culpar a Melissa Rosenberg o a la propia señora Meyer.

2.    Breaking Dawn - Part 2 resultó ser exactamente una segunda parte, o casi. La primera parte asombró en su segunda mitad; la presente conclusión de Breaking Dawn y de toda la saga no se distingue por desarrollar una personalidad distinta ni mucho menos. Acaso un mero regreso a los errores.

3.    Relacionado con lo anterior: no he leído el controvertido mastodonte que es el best-seller, pero supuestamente la narrativa se dividiría entre los puntos de vista de Bella y Jacob. Con una Bella tan irresistiblemente vampira, el director Bill Condon ha perdido una oportunidad de confirmar la autoridad demostrada en la primera parte o película anterior.

        4.  Jacob. ¿Qué pasó, Taylor? El joven Lautner nos obsequió con su más esmerada y convincente labor dramática en Breaking Dawn - Part 1, y sin embargo tan admirable trabajo ahora se desvanece completamente sin dejar rastro, en una situación que se me antoja inexplicable. No estoy diciendo que Jacob no tenga sus momentos en pantalla, pero definitivamente yo esperaba mucho más --un crecimiento, una exploración que no esperaba de nadie más en esta película. Aunque, se me ocurre ahora, éste no era el tipo de cinta que lo permitiera; se siente a veces como una acumulación apresurada de los lugares comunes de la serie, y aunque esto era quizá de esperarse, ha sido, en mi perspectiva, perjudicial para la culminación de todo lo que Taylor ya había logrado como Jacob. Su relación con Renesmee es totalmente decepcionante. Lo menos malo que se puede decir, finalmente, es que se trata casi --casi-- del apacible Jacob de Twilight. Probablemente el único consuelo va para sus fans femeninas, quienes han conseguido verlo semidesnudo otra vez, después de la pudicia irónica de Part 1 --aunque esto sea aproximadamente tan respetable como las ganas de ponerse a levantar pesas que tal mostración despierta en algunos espectadores masculinos.

     5. Robert Pattinson, también muy notable en Part 1 (aunque sin el arco caracterizador del personaje de Lautner), tiene una actuación bastante regular en la cinta que nos ocupa, con instantes mejores que otros, aunque al cabo se siente demasiado mediocre y mecánica, automática, como si, pese a su buen hacer, el actor no pudiese evitar que se filtre inconscientemente lo bien que le sienta despedirse de su conflictivo álter ego.

6.    La Renesmee bebé. CGI en apuros.

7.    Las escenas románticas o eróticas son, por su torpeza o superficialidad, casi insoportables en esta cinta. Sólo las salva…


1. Kristen Stewart. Sexy y desafiante, ella es (y siendo la narradora/protagonista esto es afortunado) de lo mejor de esta floja despedida. Aunque no sea decir mucho.

2.  La gran Dakota Fanning. El público en la sesión a la que asistí --que fue decentemente concurrida-- aplaudió la decapitación de Jane con entusiasmo inevitable. Nunca me había sentido tan armónicamente acompañado en una sala de cine.

3.    La batalla final. (O la visión de esa batalla, cortesía de Alice.) La mejor secuencia de su tipo en la serie, probablemente porque Condon, al igual que hizo en la sensacional secuencia del parto, ha sabido poner en juego la identificación emocional de un espectador comprometido, además, con un fragoroso espectáculo de violencia, no exento esta vez de humor y humanidad efectivamente combinados. Lástima que, de acuerdo con mi reciente visionado, la realización descuidó el resto. Esta es mi razón para no ubicar esta pieza inclusive en el primer puesto de la lista.

       4.  Aro. Michael Sheen vuelve a hacer de las suyas y transmite deliciosamente la perfidia diabólica e impredecible del líder de los Volturi. En general, la crueldad del inescrupuloso clan fue satisfactoriamente ilustrada en esta entrega. También me gustó la ambivalencia y pluralidad en los testigos de los Cullen.

    5. Los títulos de crédito. Una especie de videoclip del torrente sanguíneo examinado bajo un microscopio dado a divagaciones anticipatorias.

6.       Billy Burke como Charlie Swan. Como siempre.

7.      El Emmett de Kellan Lutz parece gozar de tiempo de pantalla aun gratuito. Lo que por otro lado no está mal considerando cuánto se lo mezquinaron en los episodios previos.

8.    Me gustaron más los lobos diseñados para esta producción. Lucen más naturales y con más señas individuales, a pesar de mi confusión respecto de sus respectivas identidades.

9.    La hermosa Rosalie de Nikki Reed está menos aprovechada que en Eclipse o inclusive Breaking Dawn - Part 1, pero su presencia vuelve a iluminar la pantalla.

10. La música. Una vez más, Carter Burwell proporciona un enlace con la original Twilight, esta vez más que oportunamente. Además, su score es exquisito. Y no sólo eso, sino que la puntual colección de canciones de artistas diversos se congrega para redondear un producto intachable en este aspecto. Por ejemplo, la canción que acompaña las postreras imágenes refleja una belleza secreta que Breaking Dawn - Part 2 posiblemente no ha sido capaz de revelar ni siquiera a los iniciados.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Rocky III (1982)


Sylvester Stallone, maestro desdeñado por la cinefilia más presuntuosa, reanudó su épica del italiano de clase obrera que vive el sueño americano después de pasada su aparente oportunidad --iniciada en la milagrosa Rocky (1976)-- con esta sustancial, energética, y aun dramática (trágica, incluso), secuela. Balboa es ahora un tipo rico, un campeón domesticado por la celebridad, hasta que aparece un nuevo retador (el “magnífico” Mr. T en su debut) dispuesto a destrozar sus ilusiones y la realidad misma de su existencia lograda literalmente con sangre, sudor y lágrimas. Entonces, un inesperado aliado le sale al rescate. Esta vez la franquicia deportiva ha encontrado su momentum, y ya se proyecta visiblemente hacia el lado espectacular y de acción sensacional del asunto, perdiendo voluntariamente el equilibrio desequilibrado de sus totalmente kazanianos, caprianos orígenes, cuando la fusión de narrativa ideal y veraz fue acogida con fervor por crítica y público: Rocky se ha convertido en un vehículo de la pasión de su autor por el culturismo filosófico, su cuerpo de gladiador aeróbico un emblema de la era Reagan tan legítimo en su concepción plástica como cada balazo esquivado y contestado por el eventualmente reaccionario Rambo (a derramar su primera sangre en octubre del mismo año) --una tentativa de localizar lo universal que sería todavía más exitosa en la siguiente parte, donde incluso el sentido del humor de nuestro ídolo se ha vuelto imperialista. Irónicamente, ésta era la única dirección viable para la historia, genialmente prolongada por un incomprendido Stallone que, no obstante ambos innegables aciertos, sí trastabilló con el quinto episodio. Ahora, a disfrutar de un inspirador y popular clásico de las bandas sonoras:




viernes, 9 de noviembre de 2012

From Russia with Love (1963)


Las aventuras del 007 continuaron luego del rotundo éxito de Dr. No (1962) con esta primera secuela, donde el superagente (Sean Connery) debe hacerse con un artefacto llamado Lektor, también codiciado por SPECTRE, la organización criminal que ahora pretende vengar la muerte del satánico Dr. No entrenando a un asesino nato (Robert Shaw). También en los talones de nuestro héroe, la presencia mucho más grata de Daniela Bianchi. Pedro Armendáriz es el potentado que lo ayuda en la exótica y ominosa Estambul, el nuevo escenario de una trama nuevamente dirigida por Terence Young, quien logra aquí momentos de tensión y escenas interesantes, sin el equilibrio general de la sostenida entrega anterior. El cantante Matt Monro tiene el privilegio de inaugurar la imprescindible playlist de la histórica franquicia, interpretando el idílico tema musical homónimo.