Con
este final volumen audiovisual ha llegado a su fin una era --de mal gusto hipertrofiado, de una inventiva dudosa, de entretenimiento acaso vergonzante
pero tolerable, de una magia que invitaba a asirla con los dedos, incluso… que el
lector de este blog, el ocasional o la frecuente interlocutor(a) de Stephenie
Meyer, o el espectador mismo de la serie de adaptaciones de sus novelas,
decida. Lo que es yo, quien haya visitado este espacio previamente sabe que la
fantasía de la probablemente absurda saga (este Breaking Dawn incluido) me conmueve hondamente, por razones
demasiado personales que escapan a mi control.
No
obstante, habiendo visto una copia
bastante mala (en comparación con la copia digital de Part 1, absolutamente;
al parecer, si la copia no es ofrecida como “digital”, uno se arriesga a pases
de este tipo), de imagen sin ninguna nitidez y llena de jirones y ruido, puedo
decir que he encontrado en la película todos los reparos que no en su antecesora,
aunque talvez no al punto de festejar la calidad sub-par de la exhibición.
Por lo pronto, voy a mencionar primero (en un texto tan inmediato que es casi un borrador) lo que me gustó menos de la última
ficción vampírico-adolescente producida por su propia autora:
0. El
póster: Eso, cero creatividad.
1. A
estas alturas, el deja vu de demasiadas escenas es simplemente tedio. Y las
convenciones de lo fantástico provocan que la mayoría de los eventos de esta
historia luzcan irrisorios debido a lo sumarísimo de su conducta en el ecran;
algo de lo que no sé si culpar a Melissa Rosenberg o a la propia señora Meyer.
2. Breaking Dawn - Part
2 resultó ser exactamente una segunda parte, o casi. La primera parte asombró
en su segunda mitad; la presente conclusión de Breaking Dawn y de toda la saga no se
distingue por desarrollar una personalidad distinta ni mucho menos. Acaso un mero regreso a los errores.
3. Relacionado
con lo anterior: no he leído el controvertido mastodonte que es el best-seller,
pero supuestamente la narrativa se dividiría entre los puntos de vista de Bella
y Jacob. Con una Bella tan irresistiblemente vampira, el director Bill Condon ha perdido
una oportunidad de confirmar la autoridad demostrada en la primera parte o
película anterior.
4. Jacob.
¿Qué pasó, Taylor? El joven Lautner nos obsequió con su más esmerada y
convincente labor dramática en Breaking Dawn - Part 1, y sin embargo tan admirable
trabajo ahora se desvanece completamente sin dejar rastro, en una situación que
se me antoja inexplicable. No estoy diciendo que Jacob no tenga sus momentos en
pantalla, pero definitivamente yo esperaba mucho más --un crecimiento, una
exploración que no esperaba de nadie más en esta película. Aunque, se me ocurre
ahora, éste no era el tipo de cinta que lo permitiera; se siente a veces como
una acumulación apresurada de los lugares comunes de la serie, y aunque esto
era quizá de esperarse, ha sido, en mi perspectiva, perjudicial para la
culminación de todo lo que Taylor ya había logrado como Jacob. Su relación con Renesmee
es totalmente decepcionante. Lo menos malo que se puede decir, finalmente, es
que se trata casi --casi-- del apacible Jacob de Twilight. Probablemente el
único consuelo va para sus fans femeninas, quienes han conseguido verlo
semidesnudo otra vez, después de la pudicia irónica de Part 1 --aunque esto sea aproximadamente tan respetable como las ganas de ponerse a levantar pesas que tal mostración despierta en algunos espectadores masculinos.
5. Robert
Pattinson, también muy notable en Part 1 (aunque sin el arco caracterizador del
personaje de Lautner), tiene una actuación bastante regular en la cinta que nos
ocupa, con instantes mejores que otros, aunque al cabo se siente demasiado mediocre
y mecánica, automática, como si, pese a su buen hacer, el actor no pudiese
evitar que se filtre inconscientemente lo bien que le sienta despedirse de su
conflictivo álter ego.
6. La
Renesmee bebé. CGI en apuros.
7. Las
escenas románticas o eróticas son, por su torpeza o superficialidad, casi
insoportables en esta cinta. Sólo las salva…
1. Kristen
Stewart. Sexy y desafiante, ella es (y siendo la narradora/protagonista esto es
afortunado) de lo mejor de esta floja despedida. Aunque no sea decir mucho.
2. La
gran Dakota Fanning. El público en la sesión a la que asistí --que fue
decentemente concurrida-- aplaudió la decapitación de Jane con entusiasmo
inevitable. Nunca me había sentido tan armónicamente acompañado en una sala de
cine.
3. La
batalla final. (O la visión de esa batalla, cortesía de Alice.) La mejor
secuencia de su tipo en la serie, probablemente porque Condon, al igual que
hizo en la sensacional secuencia del parto, ha sabido poner en juego la
identificación emocional de un espectador comprometido, además, con un
fragoroso espectáculo de violencia, no exento esta vez de humor y humanidad
efectivamente combinados. Lástima que, de acuerdo con mi reciente visionado, la realización descuidó el resto. Esta es mi razón para no ubicar esta pieza inclusive en el primer puesto de la lista.
4. Aro.
Michael Sheen vuelve a hacer de las suyas y transmite deliciosamente la
perfidia diabólica e impredecible del líder de los Volturi. En general, la
crueldad del inescrupuloso clan fue satisfactoriamente
ilustrada en esta entrega. También me gustó la ambivalencia y pluralidad en los testigos de los Cullen.
5. Los
títulos de crédito. Una especie de videoclip del torrente sanguíneo examinado bajo
un microscopio dado a divagaciones anticipatorias.
6. Billy Burke como Charlie Swan. Como
siempre.
7. El
Emmett de Kellan Lutz parece gozar de tiempo de pantalla aun gratuito. Lo que
por otro lado no está mal considerando cuánto se lo mezquinaron en los
episodios previos.
8. Me
gustaron más los lobos diseñados para esta producción. Lucen más naturales y
con más señas individuales, a pesar de mi confusión respecto de sus respectivas
identidades.
9. La
hermosa Rosalie de Nikki Reed está menos aprovechada que en Eclipse o inclusive
Breaking Dawn - Part 1, pero su presencia vuelve a iluminar la
pantalla.
10. La
música. Una vez más, Carter Burwell proporciona un enlace con la original
Twilight, esta vez más que oportunamente. Además, su score es exquisito. Y no
sólo eso, sino que la puntual colección de canciones de artistas diversos se
congrega para redondear un producto intachable en este aspecto. Por ejemplo, la
canción que acompaña las postreras imágenes refleja una belleza secreta que
Breaking Dawn - Part 2 posiblemente no ha sido capaz de revelar ni siquiera a los
iniciados.