martes, 12 de marzo de 2013

The Girl Next Door (2004)


Significativamente menos trivial de lo que aparenta --no obstante sus brillantes y nada infrecuentes ramalazos de oscuridad--, esta fantástica (en la acepción más hormonal del término)  e iconoclasta comedia teen de principios de siglo posee varios puntos de interés en cuestiones indiscutibles como las que pasamos a discutir: 1. Una voluntad de revisionismo que, desde su arranque, provoca una mirada excepcionalmente realista sobre la high school cual institución infiltrada, observada desde dentro aunque sea en demasiado fugaces vistazos de evocación libre de nostalgia fantaseadora o glamourizante --considérese a las irredimibles figuras de los atléticos bullies de la clase, sin las concesiones que empañan aun a las mejores piezas del género (en su mayoría chick flicks y derivados). 2. Un protagonista, Matthew Kidman, que desciende de Benjamin Braddock, con stop obligado en la casa de Joel Goodsen, y en el cual los clichés de la perspectiva masculina sobre estas materias no se pierden en una lejanía conservadora --acaso gracias a, también, la influencia (indirecta) de Dirk Diggler, e incluso un punto del roller coaster de True Romance-- y entonces sí pervertidora. No olvidemos, sin embargo, la naturaleza romántica del asunto. 3. Una realización ligera pero subjetiva y finamente atenta, entretenida sin dejar de ser consciente, irónica e incluso aleccionadora. Un elenco como cohetes en un tablero de lanzamiento: Emile Hirsch y Elisha Cuthbert en sendas revelaciones estelares --el primero (un Tom Cruise para la nueva generación, muchos dirán que superior en talento) sería luego el excelente héroe de la memorable Into the Wild, la segunda incorpora un reflejo armónicamente distorsionado de Rebecca De Mornay en Risky Business--; Timothy Olyphant como un peligroso productor de cine porno, el después ocasionalmente sobreestimado Paul Dano, un añejo Timothy Bottoms recuperado de The Last Picture Show. 4. La notable ausencia de una vocación esperadamente escatológica en un guión maduro que logra socavar las reglas, y, en el ínterin, lucir imaginación y fluidez tanto en su humor como en su acumulativo hilo narrativo. 5. El soundtrack --songtrack y score-- no es precisamente original (las referencias o alusiones a The Graduate y Boogie Nights sólo se extienden en este apartado), al igual que el subversivo argumento, coherencia oportuna que el espectador melómano puede volver a constatar complacido:

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