La realización de
Pilar Miró (1940-1997) es exactamente sensible en este relato de las horas
previas a una complicada operación quirúrgica, de la cual dependerá el futuro
(o la ausencia de éste) de una exitosa directora de televisión (en plena
producción del Huis clos sartreano en el presente del filme) cuyo caro anhelo
hasta entonces era dar el salto a la pantalla grande --curiosamente, la futura
directora de TVE hacía en Gary Cooper su tercer título
cinematográfico. Su vida sentimental, con el novio (Jon Finch, el Macbeth de
Polanski) guapo y masculino, un periodista de El País tan egocéntrico y ambicioso como ella misma, le ofrece
pocos ánimos; por otro lado, tampoco es capaz de acortar la distancia que al
parecer siempre la ha separado de su rica y vanidosa, coquetamente vetusta madre.
Desde un solitario tocadiscos Alfredo Kraus canta, premonitorio, un aria de Werther
--el asunto de una próxima película de Miró--, mientras la mujer marcada por el
destino se sirve un trago en el antiguo vaso ganado en una subasta y luego
destroza un huevo crudo en la mano y también lo echa al lavadero --acaso los
gestos de esa elegancia sólo encontrada en el sufrimiento a que se refería
Hemingway. Precisamente, es la estrella de A
Farewell to Arms (1932) a quien
esta moribunda (¿?) atea eleva sus plegarias, a quien esta huérfana aún reticente
confiere los poderes paternales que, sobre Judy Garland inclusive, Norma Jeane
Baker otorgó a Clark Gable, no por nada tal vez un semental menos promiscuo que
el propio correctísimo Coop del ecran. La emocional labor de Antón García Abril
en la banda sonora, la efectiva y concentrada actuación de la galardonada Mercedes
Sampietro, y la permeable fotografía en color de Carlos Suárez ayudan a la
guionista y directora madrileña en una faena ha tiempo ya aplaudida. 4/5
sábado, 7 de marzo de 2015
miércoles, 4 de marzo de 2015
Paperhouse (1988)
Inspirada en El espíritu de la colmena y dirigida por Bernard Rose, esta sobria
fantasía acerca del tránsito hacia la feminidad de una niña de 11 años de edad
es una de las joyitas secretas de la década. Más efectiva en su simplicidad que
otras parábolas con intenciones bastante semejantes (como la gótica y
alambicada The Company of Wolves), Paperhouse narra la historia de Anna (Charlotte Burke),
quien sufre de un extraño cuadro de desmayos que abren la puerta de su
inconsciente con resultados que pondrán en riesgo su propia vida. A través de
sus dibujos, y cual una pequeña Picasso, Anna --que es una muchachita con
problemas en su escuela, pero, a diferencia de tantas otras heroínas marginales
de la ficción, no se corta en lo absoluto a la hora de hacer valer sus derechos
o expresar su actitud ante el mundo-- literalmente creará un universo privado con
vida independiente, donde el significado de cada línea de lápiz sobre el papel
tendrá el poder de dejar ciego (y con ganas de infernal revancha) a su ausente
padre (Ben Cross) o mejorar la condición médica de un niño solitario y amante
de la lectura (Elliott Spiers)… La música es de Hans Zimmer en colaboración con Stanley Myers, el autor de "Cavatina". 3.5/5
Suscribirse a:
Entradas (Atom)