miércoles, 19 de diciembre de 2012

Reality Bites (1994)


Muchos habrán olvidado que Ben Stiller dirigió este film definitorio de toda una generación --la nuestra, si el grunge de Seattle y el desasosiego existencial en los claustros universitarios alguna vez fueron universales--, cuando Winona Ryder era una gran estrella y Ethan Hawke era una suerte de galán romántico según el molde de los tiempos, atrás sus aristotélicos días de reconocido discípulo del Sr. Keating, pero siempre conservando una vulnerabilidad y temple dramático muy oportunos. Desde aquí, pues, un recordatorio, no sólo de la Generación X, sino también de la breve, brevísima, incursión de Stiller en el drama serio sin constipación, detrás, y delante, de las cámaras.


viernes, 14 de diciembre de 2012

Oldeuboi (2003)



Oldboy relata una historia de venganza inútil y redención a través del amor. Como en una novela de Dostoyevsky o en una tragedia griega, esta inolvidable cinta coreana basada en un manga se mueve dentro de los límites de lo determinado por la contrariedad y la contradicción humanas, al mismo tiempo que explora los infinitos márgenes de la esperanza y el poder de la resiliencia. Odisea brutal y sensible, estilizada y surrealista, merece la atención más aplicada del espectador, quien se ve a sí mismo inexorablemente aspirado hacia el vórtice de una experiencia audiovisual intensa como pocas, gracias entre otros elementos a una excelente partitura entre la desesperación y la luz en la incertidumbre.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Breaking Dawn - Part 2


Con este final volumen audiovisual ha llegado a su fin una era --de mal gusto hipertrofiado, de una inventiva dudosa, de entretenimiento acaso vergonzante pero tolerable, de una magia que invitaba a asirla con los dedos, incluso… que el lector de este blog, el ocasional o la frecuente interlocutor(a) de Stephenie Meyer, o el espectador mismo de la serie de adaptaciones de sus novelas, decida. Lo que es yo, quien haya visitado este espacio previamente sabe que la fantasía de la probablemente absurda saga (este Breaking Dawn incluido) me conmueve hondamente, por razones demasiado personales que escapan a mi control.

No obstante, habiendo visto una copia bastante mala (en comparación con la copia digital de Part 1, absolutamente; al parecer, si la copia no es ofrecida como “digital”, uno se arriesga a pases de este tipo), de imagen sin ninguna nitidez y llena de jirones y ruido, puedo decir que he encontrado en la película todos los reparos que no en su antecesora, aunque talvez no al punto de festejar la calidad sub-par de la exhibición. Por lo pronto, voy a mencionar primero (en un texto tan inmediato que es casi un borrador) lo que me gustó menos de la última ficción vampírico-adolescente producida por su propia autora:

0.    El póster: Eso, cero creatividad.

1.    A estas alturas, el deja vu de demasiadas escenas es simplemente tedio. Y las convenciones de lo fantástico provocan que la mayoría de los eventos de esta historia luzcan irrisorios debido a lo sumarísimo de su conducta en el ecran; algo de lo que no sé si culpar a Melissa Rosenberg o a la propia señora Meyer.

2.    Breaking Dawn - Part 2 resultó ser exactamente una segunda parte, o casi. La primera parte asombró en su segunda mitad; la presente conclusión de Breaking Dawn y de toda la saga no se distingue por desarrollar una personalidad distinta ni mucho menos. Acaso un mero regreso a los errores.

3.    Relacionado con lo anterior: no he leído el controvertido mastodonte que es el best-seller, pero supuestamente la narrativa se dividiría entre los puntos de vista de Bella y Jacob. Con una Bella tan irresistiblemente vampira, el director Bill Condon ha perdido una oportunidad de confirmar la autoridad demostrada en la primera parte o película anterior.

        4.  Jacob. ¿Qué pasó, Taylor? El joven Lautner nos obsequió con su más esmerada y convincente labor dramática en Breaking Dawn - Part 1, y sin embargo tan admirable trabajo ahora se desvanece completamente sin dejar rastro, en una situación que se me antoja inexplicable. No estoy diciendo que Jacob no tenga sus momentos en pantalla, pero definitivamente yo esperaba mucho más --un crecimiento, una exploración que no esperaba de nadie más en esta película. Aunque, se me ocurre ahora, éste no era el tipo de cinta que lo permitiera; se siente a veces como una acumulación apresurada de los lugares comunes de la serie, y aunque esto era quizá de esperarse, ha sido, en mi perspectiva, perjudicial para la culminación de todo lo que Taylor ya había logrado como Jacob. Su relación con Renesmee es totalmente decepcionante. Lo menos malo que se puede decir, finalmente, es que se trata casi --casi-- del apacible Jacob de Twilight. Probablemente el único consuelo va para sus fans femeninas, quienes han conseguido verlo semidesnudo otra vez, después de la pudicia irónica de Part 1 --aunque esto sea aproximadamente tan respetable como las ganas de ponerse a levantar pesas que tal mostración despierta en algunos espectadores masculinos.

     5. Robert Pattinson, también muy notable en Part 1 (aunque sin el arco caracterizador del personaje de Lautner), tiene una actuación bastante regular en la cinta que nos ocupa, con instantes mejores que otros, aunque al cabo se siente demasiado mediocre y mecánica, automática, como si, pese a su buen hacer, el actor no pudiese evitar que se filtre inconscientemente lo bien que le sienta despedirse de su conflictivo álter ego.

6.    La Renesmee bebé. CGI en apuros.

7.    Las escenas románticas o eróticas son, por su torpeza o superficialidad, casi insoportables en esta cinta. Sólo las salva…


1. Kristen Stewart. Sexy y desafiante, ella es (y siendo la narradora/protagonista esto es afortunado) de lo mejor de esta floja despedida. Aunque no sea decir mucho.

2.  La gran Dakota Fanning. El público en la sesión a la que asistí --que fue decentemente concurrida-- aplaudió la decapitación de Jane con entusiasmo inevitable. Nunca me había sentido tan armónicamente acompañado en una sala de cine.

3.    La batalla final. (O la visión de esa batalla, cortesía de Alice.) La mejor secuencia de su tipo en la serie, probablemente porque Condon, al igual que hizo en la sensacional secuencia del parto, ha sabido poner en juego la identificación emocional de un espectador comprometido, además, con un fragoroso espectáculo de violencia, no exento esta vez de humor y humanidad efectivamente combinados. Lástima que, de acuerdo con mi reciente visionado, la realización descuidó el resto. Esta es mi razón para no ubicar esta pieza inclusive en el primer puesto de la lista.

       4.  Aro. Michael Sheen vuelve a hacer de las suyas y transmite deliciosamente la perfidia diabólica e impredecible del líder de los Volturi. En general, la crueldad del inescrupuloso clan fue satisfactoriamente ilustrada en esta entrega. También me gustó la ambivalencia y pluralidad en los testigos de los Cullen.

    5. Los títulos de crédito. Una especie de videoclip del torrente sanguíneo examinado bajo un microscopio dado a divagaciones anticipatorias.

6.       Billy Burke como Charlie Swan. Como siempre.

7.      El Emmett de Kellan Lutz parece gozar de tiempo de pantalla aun gratuito. Lo que por otro lado no está mal considerando cuánto se lo mezquinaron en los episodios previos.

8.    Me gustaron más los lobos diseñados para esta producción. Lucen más naturales y con más señas individuales, a pesar de mi confusión respecto de sus respectivas identidades.

9.    La hermosa Rosalie de Nikki Reed está menos aprovechada que en Eclipse o inclusive Breaking Dawn - Part 1, pero su presencia vuelve a iluminar la pantalla.

10. La música. Una vez más, Carter Burwell proporciona un enlace con la original Twilight, esta vez más que oportunamente. Además, su score es exquisito. Y no sólo eso, sino que la puntual colección de canciones de artistas diversos se congrega para redondear un producto intachable en este aspecto. Por ejemplo, la canción que acompaña las postreras imágenes refleja una belleza secreta que Breaking Dawn - Part 2 posiblemente no ha sido capaz de revelar ni siquiera a los iniciados.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Rocky III (1982)


Sylvester Stallone, maestro desdeñado por la cinefilia más presuntuosa, reanudó su épica del italiano de clase obrera que vive el sueño americano después de pasada su aparente oportunidad --iniciada en la milagrosa Rocky (1976)-- con esta sustancial, energética, y aun dramática (trágica, incluso), secuela. Balboa es ahora un tipo rico, un campeón domesticado por la celebridad, hasta que aparece un nuevo retador (el “magnífico” Mr. T en su debut) dispuesto a destrozar sus ilusiones y la realidad misma de su existencia lograda literalmente con sangre, sudor y lágrimas. Entonces, un inesperado aliado le sale al rescate. Esta vez la franquicia deportiva ha encontrado su momentum, y ya se proyecta visiblemente hacia el lado espectacular y de acción sensacional del asunto, perdiendo voluntariamente el equilibrio desequilibrado de sus totalmente kazanianos, caprianos orígenes, cuando la fusión de narrativa ideal y veraz fue acogida con fervor por crítica y público: Rocky se ha convertido en un vehículo de la pasión de su autor por el culturismo filosófico, su cuerpo de gladiador aeróbico un emblema de la era Reagan tan legítimo en su concepción plástica como cada balazo esquivado y contestado por el eventualmente reaccionario Rambo (a derramar su primera sangre en octubre del mismo año) --una tentativa de localizar lo universal que sería todavía más exitosa en la siguiente parte, donde incluso el sentido del humor de nuestro ídolo se ha vuelto imperialista. Irónicamente, ésta era la única dirección viable para la historia, genialmente prolongada por un incomprendido Stallone que, no obstante ambos innegables aciertos, sí trastabilló con el quinto episodio. Ahora, a disfrutar de un inspirador y popular clásico de las bandas sonoras:




viernes, 9 de noviembre de 2012

From Russia with Love (1963)


Las aventuras del 007 continuaron luego del rotundo éxito de Dr. No (1962) con esta primera secuela, donde el superagente (Sean Connery) debe hacerse con un artefacto llamado Lektor, también codiciado por SPECTRE, la organización criminal que ahora pretende vengar la muerte del satánico Dr. No entrenando a un asesino nato (Robert Shaw). También en los talones de nuestro héroe, la presencia mucho más grata de Daniela Bianchi. Pedro Armendáriz es el potentado que lo ayuda en la exótica y ominosa Estambul, el nuevo escenario de una trama nuevamente dirigida por Terence Young, quien logra aquí momentos de tensión y escenas interesantes, sin el equilibrio general de la sostenida entrega anterior. El cantante Matt Monro tiene el privilegio de inaugurar la imprescindible playlist de la histórica franquicia, interpretando el idílico tema musical homónimo.

viernes, 26 de octubre de 2012

The Cowboys (1972)


John Wayne, la peluca gris y la experiencia coloreando de verdad cada uno de sus planos, es un ganadero entrado en años que siente el impulso vital necesario para contratar a un montón de niños quinceañeros o de menor edad como arrieros, en una jornada de días y noches que probará de qué están hechos todos los involucrados. Como la cascabel venenosa, rastrera, de mordida anunciada pero traicionera, un heraldo negro del oeste, Bruce Dern firmó su propia sentencia como uno de los villanos más odiados de la historia de las películas. Y John Williams, uno de los más amados compositores de música para el ecran de plata, plasma en virtuoso pentagrama toda la emoción y filosofía de una aventura simple, humana y homérica.


martes, 9 de octubre de 2012

Black Caesar (1973)


La acogida que recibió Shaft (1971) consagró una puesta al día de temáticas y géneros tradicionales ahora dirigidos, pero no de manera excluyente, al público afroamericano, que se dio en llamar blaxploitation. Mientras las estrellas de esta nueva ola eran representativas de la audiencia destinataria (el duro Fred Williamson, la bosomy Pam Grier, el todoterreno Thalmus Rasulala), el equipo técnico detrás de las películas solía ser bastante mixto: Roger Corman, Melvin Van Peebles o Jack Hill fueron responsables clave. Además, desde la mencionada Shaft, la música impresa en los fotogramas de este movimiento setentero hizo, cómo no, historia: Quincy Jones, Roy Ayers, Bobby Womack, …acaso las blaxploitation contribuyeron al desarrollo del soul en una proporción cualitativa que apenas se ha empezado a entender, no obstante el entusiasmo prolongado de fans y estudiosos.




En la cinta que nos ocupa, un gangster de ghetto --convincente, ever-cool Williamson-- escala súbita y vorazmente hasta la cima, entre ecos a veces distorsionados de Scarface y Little Caesar. Sin embargo, el score al que sirve de vitrina es original en estéreo. Funky, lastimero, y en todo caso conmovedor, James Brown desplegó en este soundtrack la amplitud y hondura de su talento excepcional. Sin duda, estamos ante una de las piezas sonoras fundamentales de toda una época, así que la escucha atenta es recomendable.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Spartacus (1960)


Producida por Kirk Douglas y dirigida por Stanley Kubrick (entonces ya responsable de dos obras maestras: The Killing y Paths of Glory), esta influyente cinta épica ha envejecido muy bien, contra los pronósticos de un rodaje accidentado, una recepción controvertida y, no menos importante, las tensas relaciones entre sus dos principales artífices. El legendario Espartaco (Douglas) es el gladiador que lidera la masiva revuelta de esclavos que logra poner en jaque a Roma (entonces todavía república), mientras las intrigas senatoriales entre patricios y representantes de la plebe involucran a personajes decisivos como Craso (Laurence Olivier), Graco (Charles Laughton) y un tal Julio César (John Gavin), joven promesa del Estado. Un elenco tan de lujo (Jean Simmons, Tony Curtis, Woody Strode, John Ireland lo completan) se vio recompensado con un Oscar para Peter Ustinov --que en este género lo debió obtener más bien por su inolvidable Nerón en Quo Vadis (1951); Douglas y (especialmente) Olivier no obstante, el favorito del cronista es Laughton, mientras que Gavin resulta acaso demasiado guapo e inexpresivo si se quiere una versión ajena a Hollywood de César. Simmons y Olivier se reencuentran diez años después de Hamlet. El guión de Dalton Trumbo, ética y psicológicamente inteligente, le da a la cinta la personalidad que en la pantalla se disputan el honor de moldear la retraída dirección de Kubrick y la convencional labor ejecutiva de la Bryna de Douglas. No me parece lo mejor de Alex North --estaríamos hablando, entonces, de A Streetcar Named Desire--, pero el tema central es emocionante, como lo es, y profundamente, el tema de amor; similar opinión merece el largometraje en sus mejores momentos, que son variados, y en general.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Vicky Cristina Barcelona (2008)


El genio de Woody Allen nos lleva a España para contarnos esta aventura agridulce de dos muchachas americanas y el amor. Vicky (la íntima Rebecca Hall) es el álter ego del maestro neoyorkino, neurótica y ultrarracional; Cristina (Scarlett Johansson) es romántica y anticonvencional; cuando lleguen a Barcelona, ambas empezarán a descubrir que quizá no sean exactamente lo que son o parecen ser…, ¿o sí? Javier Bardem es el pintor abstracto que las guía en este viaje de autodescubrimiento, concretamente por llevárselas a la cama. La sorpresa es Penélope Cruz, efectiva en su oscarizado rol --no obstante, yo le habría reservado la estatuilla a Hall. Fotografía Javier Aguirresarobe, y suena aquel clásico inmortal que es el “Entre dos aguas” de Paco de Lucía. Un Allen acaso menor pero, eso sí, mejor que otros como Melinda and Melinda o Sweet and Lowdown, mucho más original y oportunamente maduro.