Muchos habrán olvidado que Ben Stiller dirigió este film
definitorio de toda una generación --la nuestra, si el grunge de Seattle y el
desasosiego existencial en los claustros universitarios alguna vez fueron
universales--, cuando Winona Ryder era una gran estrella y Ethan Hawke era una
suerte de galán romántico según el molde de los tiempos, atrás sus aristotélicos
días de reconocido discípulo del Sr. Keating, pero siempre conservando una
vulnerabilidad y temple dramático muy oportunos. Desde aquí, pues, un
recordatorio, no sólo de la Generación X, sino también de la breve,
brevísima, incursión de Stiller en el drama serio sin constipación, detrás, y
delante, de las cámaras.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
viernes, 14 de diciembre de 2012
Oldeuboi (2003)
Oldboy relata una historia de venganza inútil y redención
a través del amor. Como en una novela de Dostoyevsky o en una tragedia griega,
esta inolvidable cinta coreana basada en un manga se mueve dentro
de los
límites de lo determinado por la contrariedad y la contradicción
humanas, al
mismo tiempo que explora los infinitos márgenes de la esperanza y el
poder de
la resiliencia. Odisea brutal y sensible, estilizada y surrealista,
merece la
atención más aplicada del espectador, quien se ve a sí mismo
inexorablemente aspirado hacia el vórtice de una experiencia audiovisual
intensa como pocas, gracias entre otros elementos a una excelente
partitura entre la desesperación y la luz en la incertidumbre.
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viernes, 30 de noviembre de 2012
Breaking Dawn - Part 2
Con
este final volumen audiovisual ha llegado a su fin una era --de mal gusto hipertrofiado, de una inventiva dudosa, de entretenimiento acaso vergonzante
pero tolerable, de una magia que invitaba a asirla con los dedos, incluso… que el
lector de este blog, el ocasional o la frecuente interlocutor(a) de Stephenie
Meyer, o el espectador mismo de la serie de adaptaciones de sus novelas,
decida. Lo que es yo, quien haya visitado este espacio previamente sabe que la
fantasía de la probablemente absurda saga (este Breaking Dawn incluido) me conmueve hondamente, por razones
demasiado personales que escapan a mi control.
No
obstante, habiendo visto una copia
bastante mala (en comparación con la copia digital de Part 1, absolutamente;
al parecer, si la copia no es ofrecida como “digital”, uno se arriesga a pases
de este tipo), de imagen sin ninguna nitidez y llena de jirones y ruido, puedo
decir que he encontrado en la película todos los reparos que no en su antecesora,
aunque talvez no al punto de festejar la calidad sub-par de la exhibición.
Por lo pronto, voy a mencionar primero (en un texto tan inmediato que es casi un borrador) lo que me gustó menos de la última
ficción vampírico-adolescente producida por su propia autora:
0. El
póster: Eso, cero creatividad.
1. A
estas alturas, el deja vu de demasiadas escenas es simplemente tedio. Y las
convenciones de lo fantástico provocan que la mayoría de los eventos de esta
historia luzcan irrisorios debido a lo sumarísimo de su conducta en el ecran;
algo de lo que no sé si culpar a Melissa Rosenberg o a la propia señora Meyer.
2. Breaking Dawn - Part
2 resultó ser exactamente una segunda parte, o casi. La primera parte asombró
en su segunda mitad; la presente conclusión de Breaking Dawn y de toda la saga no se
distingue por desarrollar una personalidad distinta ni mucho menos. Acaso un mero regreso a los errores.
3. Relacionado
con lo anterior: no he leído el controvertido mastodonte que es el best-seller,
pero supuestamente la narrativa se dividiría entre los puntos de vista de Bella
y Jacob. Con una Bella tan irresistiblemente vampira, el director Bill Condon ha perdido
una oportunidad de confirmar la autoridad demostrada en la primera parte o
película anterior.
4. Jacob.
¿Qué pasó, Taylor? El joven Lautner nos obsequió con su más esmerada y
convincente labor dramática en Breaking Dawn - Part 1, y sin embargo tan admirable
trabajo ahora se desvanece completamente sin dejar rastro, en una situación que
se me antoja inexplicable. No estoy diciendo que Jacob no tenga sus momentos en
pantalla, pero definitivamente yo esperaba mucho más --un crecimiento, una
exploración que no esperaba de nadie más en esta película. Aunque, se me ocurre
ahora, éste no era el tipo de cinta que lo permitiera; se siente a veces como
una acumulación apresurada de los lugares comunes de la serie, y aunque esto
era quizá de esperarse, ha sido, en mi perspectiva, perjudicial para la
culminación de todo lo que Taylor ya había logrado como Jacob. Su relación con Renesmee
es totalmente decepcionante. Lo menos malo que se puede decir, finalmente, es
que se trata casi --casi-- del apacible Jacob de Twilight. Probablemente el
único consuelo va para sus fans femeninas, quienes han conseguido verlo
semidesnudo otra vez, después de la pudicia irónica de Part 1 --aunque esto sea aproximadamente tan respetable como las ganas de ponerse a levantar pesas que tal mostración despierta en algunos espectadores masculinos.
5. Robert
Pattinson, también muy notable en Part 1 (aunque sin el arco caracterizador del
personaje de Lautner), tiene una actuación bastante regular en la cinta que nos
ocupa, con instantes mejores que otros, aunque al cabo se siente demasiado mediocre
y mecánica, automática, como si, pese a su buen hacer, el actor no pudiese
evitar que se filtre inconscientemente lo bien que le sienta despedirse de su
conflictivo álter ego.
6. La
Renesmee bebé. CGI en apuros.
7. Las
escenas románticas o eróticas son, por su torpeza o superficialidad, casi
insoportables en esta cinta. Sólo las salva…
1. Kristen
Stewart. Sexy y desafiante, ella es (y siendo la narradora/protagonista esto es
afortunado) de lo mejor de esta floja despedida. Aunque no sea decir mucho.
2. La
gran Dakota Fanning. El público en la sesión a la que asistí --que fue
decentemente concurrida-- aplaudió la decapitación de Jane con entusiasmo
inevitable. Nunca me había sentido tan armónicamente acompañado en una sala de
cine.
3. La
batalla final. (O la visión de esa batalla, cortesía de Alice.) La mejor
secuencia de su tipo en la serie, probablemente porque Condon, al igual que
hizo en la sensacional secuencia del parto, ha sabido poner en juego la
identificación emocional de un espectador comprometido, además, con un
fragoroso espectáculo de violencia, no exento esta vez de humor y humanidad
efectivamente combinados. Lástima que, de acuerdo con mi reciente visionado, la realización descuidó el resto. Esta es mi razón para no ubicar esta pieza inclusive en el primer puesto de la lista.
4. Aro.
Michael Sheen vuelve a hacer de las suyas y transmite deliciosamente la
perfidia diabólica e impredecible del líder de los Volturi. En general, la
crueldad del inescrupuloso clan fue satisfactoriamente
ilustrada en esta entrega. También me gustó la ambivalencia y pluralidad en los testigos de los Cullen.
5. Los
títulos de crédito. Una especie de videoclip del torrente sanguíneo examinado bajo
un microscopio dado a divagaciones anticipatorias.
6. Billy Burke como Charlie Swan. Como
siempre.
7. El
Emmett de Kellan Lutz parece gozar de tiempo de pantalla aun gratuito. Lo que
por otro lado no está mal considerando cuánto se lo mezquinaron en los
episodios previos.
8. Me
gustaron más los lobos diseñados para esta producción. Lucen más naturales y
con más señas individuales, a pesar de mi confusión respecto de sus respectivas
identidades.
9. La
hermosa Rosalie de Nikki Reed está menos aprovechada que en Eclipse o inclusive
Breaking Dawn - Part 1, pero su presencia vuelve a iluminar la
pantalla.
10. La
música. Una vez más, Carter Burwell proporciona un enlace con la original
Twilight, esta vez más que oportunamente. Además, su score es exquisito. Y no
sólo eso, sino que la puntual colección de canciones de artistas diversos se
congrega para redondear un producto intachable en este aspecto. Por ejemplo, la
canción que acompaña las postreras imágenes refleja una belleza secreta que
Breaking Dawn - Part 2 posiblemente no ha sido capaz de revelar ni siquiera a los
iniciados.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Rocky III (1982)
Sylvester
Stallone, maestro desdeñado por la cinefilia más presuntuosa, reanudó su épica
del italiano de clase obrera que vive el sueño americano después de pasada su
aparente oportunidad --iniciada en la milagrosa Rocky (1976)-- con esta sustancial, energética, y aun dramática (trágica, incluso), secuela. Balboa es ahora un
tipo rico, un campeón domesticado por la celebridad, hasta que aparece un nuevo
retador (el “magnífico” Mr. T en su debut) dispuesto a destrozar sus ilusiones
y la realidad misma de su existencia lograda literalmente con sangre, sudor y
lágrimas. Entonces, un inesperado aliado le sale al rescate. Esta vez la
franquicia deportiva ha encontrado su momentum, y ya se proyecta visiblemente
hacia el lado espectacular y de acción sensacional del asunto, perdiendo
voluntariamente el equilibrio desequilibrado de sus totalmente kazanianos,
caprianos orígenes, cuando la fusión de narrativa ideal y veraz fue acogida con
fervor por crítica y público: Rocky se ha convertido en un vehículo de la
pasión de su autor por el culturismo filosófico, su
cuerpo de gladiador aeróbico un emblema de la era Reagan tan legítimo en su
concepción plástica como cada balazo esquivado y contestado por el eventualmente reaccionario
Rambo (a derramar su primera sangre en octubre del mismo año) --una tentativa de localizar lo universal que sería todavía más exitosa en
la siguiente parte, donde incluso el sentido del humor de nuestro ídolo se ha
vuelto imperialista. Irónicamente, ésta era la única dirección viable para la historia,
genialmente prolongada por un incomprendido Stallone que, no obstante ambos
innegables aciertos, sí trastabilló con el quinto episodio. Ahora, a disfrutar
de un inspirador y popular clásico de las bandas sonoras:
viernes, 9 de noviembre de 2012
From Russia with Love (1963)
Las
aventuras del 007 continuaron luego del rotundo éxito de Dr. No (1962) con esta
primera secuela, donde el superagente (Sean Connery) debe hacerse con un
artefacto llamado Lektor, también codiciado por SPECTRE, la organización
criminal que ahora pretende vengar la muerte del satánico Dr. No entrenando a
un asesino nato (Robert Shaw). También en los talones de nuestro héroe, la
presencia mucho más grata de Daniela Bianchi. Pedro Armendáriz es el potentado que lo
ayuda en la exótica y ominosa Estambul, el nuevo escenario de una trama
nuevamente dirigida por Terence Young, quien logra aquí momentos de tensión y
escenas interesantes, sin el equilibrio general de la sostenida entrega
anterior. El cantante Matt Monro tiene el privilegio de inaugurar la
imprescindible playlist de la histórica franquicia, interpretando el idílico
tema musical homónimo.
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viernes, 26 de octubre de 2012
The Cowboys (1972)
John Wayne, la peluca gris y la experiencia coloreando de
verdad cada uno de sus planos, es un ganadero entrado en años que siente el
impulso vital necesario para contratar a un montón de niños quinceañeros o de
menor edad como arrieros, en una jornada de días y noches que probará de qué
están hechos todos los involucrados. Como la cascabel venenosa, rastrera, de
mordida anunciada pero traicionera, un heraldo negro del oeste, Bruce Dern
firmó su propia sentencia como uno de los villanos más odiados de la historia
de las películas. Y John Williams, uno de los más amados compositores de música
para el ecran de plata, plasma en virtuoso pentagrama toda
la emoción y filosofía de una aventura simple, humana y homérica.
martes, 9 de octubre de 2012
Black Caesar (1973)
La
acogida que recibió Shaft (1971) consagró una puesta al día de temáticas y géneros
tradicionales ahora dirigidos, pero no de manera excluyente, al público
afroamericano, que se dio en llamar blaxploitation. Mientras las estrellas de
esta nueva ola eran representativas de la audiencia destinataria (el duro Fred
Williamson, la bosomy Pam Grier, el todoterreno Thalmus Rasulala), el equipo técnico detrás de las
películas solía ser bastante mixto: Roger Corman, Melvin Van Peebles o Jack
Hill fueron responsables clave. Además, desde la mencionada Shaft, la música
impresa en los fotogramas de este movimiento setentero hizo, cómo no, historia:
Quincy Jones, Roy Ayers, Bobby Womack, …acaso las blaxploitation contribuyeron
al desarrollo del soul en una proporción cualitativa que apenas se ha empezado
a entender, no obstante el entusiasmo prolongado de fans y estudiosos.
En la cinta que nos ocupa, un gangster de ghetto --convincente,
ever-cool Williamson-- escala súbita y vorazmente hasta la cima, entre ecos a
veces distorsionados de Scarface y Little Caesar. Sin embargo, el score al que
sirve de vitrina es original en estéreo. Funky, lastimero, y en todo caso
conmovedor, James Brown desplegó en este soundtrack la amplitud y hondura de su
talento excepcional. Sin duda, estamos ante una de las piezas sonoras
fundamentales de toda una época, así que la escucha atenta es recomendable.
viernes, 28 de septiembre de 2012
Spartacus (1960)
Producida
por Kirk Douglas y dirigida por Stanley Kubrick (entonces ya responsable de dos
obras maestras: The Killing y Paths of Glory), esta influyente cinta épica ha
envejecido muy bien, contra los pronósticos de un rodaje accidentado, una
recepción controvertida y, no menos importante, las tensas relaciones entre sus
dos principales artífices. El legendario Espartaco (Douglas) es el gladiador
que lidera la masiva revuelta de esclavos que logra poner en jaque a Roma
(entonces todavía república), mientras las intrigas senatoriales entre
patricios y representantes de la plebe involucran a personajes decisivos como
Craso (Laurence Olivier), Graco (Charles Laughton) y un tal Julio César (John
Gavin), joven promesa del Estado. Un elenco tan de lujo (Jean Simmons, Tony
Curtis, Woody Strode, John Ireland lo completan) se vio recompensado con un
Oscar para Peter Ustinov --que en este género lo debió obtener más bien por su
inolvidable Nerón en Quo Vadis (1951); Douglas y (especialmente) Olivier no obstante,
el favorito del cronista es Laughton, mientras que Gavin resulta acaso
demasiado guapo e inexpresivo si se quiere una versión ajena a Hollywood de
César. Simmons y Olivier se reencuentran diez años después de Hamlet. El guión
de Dalton Trumbo, ética y psicológicamente inteligente, le da a la cinta la
personalidad que en la pantalla se disputan el honor de moldear la retraída
dirección de Kubrick y la convencional labor ejecutiva de la Bryna de Douglas.
No me parece lo mejor de Alex North --estaríamos hablando, entonces, de A
Streetcar Named Desire--, pero el tema central es emocionante, como lo es, y
profundamente, el tema de amor; similar opinión merece el
largometraje en sus mejores momentos, que son variados, y en general.
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domingo, 23 de septiembre de 2012
Vicky Cristina Barcelona (2008)
El
genio de Woody Allen nos lleva a España para contarnos esta aventura agridulce
de dos muchachas americanas y el amor. Vicky (la íntima Rebecca Hall) es el álter ego del maestro
neoyorkino, neurótica y ultrarracional; Cristina (Scarlett Johansson) es
romántica y anticonvencional; cuando lleguen a Barcelona, ambas empezarán a
descubrir que quizá no sean exactamente lo que son o parecen ser…, ¿o sí? Javier
Bardem es el pintor abstracto que las guía en este viaje de autodescubrimiento,
concretamente por llevárselas a la cama. La sorpresa es Penélope Cruz, efectiva
en su oscarizado rol --no obstante, yo le habría reservado la estatuilla a Hall. Fotografía Javier Aguirresarobe, y suena aquel clásico
inmortal que es el “Entre dos aguas” de Paco de Lucía. Un
Allen acaso menor pero, eso sí, mejor que otros como Melinda and Melinda o
Sweet and Lowdown, mucho más original y oportunamente maduro.
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